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La Maestra Suprema Ching Hai (vegana) habla sobre los efectos nocivos de la carne. Parte 7 - El círculo de la violencia.

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Si tomamos carne, tenemos que pagar con carne. Por lo tanto, nuestros cuerpos sufren, o morimos, o tenemos enfermedades, cáncer y todo ese tipo de cosas. Eso es por la ley de “ojo por ojo, diente por diente”; “carne para el vientre y el vientre para la carne, y Dios matará a ambos, la carne y a ellos.” Debido a que comemos carne, tenemos que pagar con carne. Por lo tanto, hay guerras, porque a veces matamos a muchos animales, y no podemos sólo pagar una vida tras de otra. Así que, la guerra causada viene, y entonces muchas personas mueren juntas. Por lo tanto, el karma colectivo se borra más rápido. Así que, no culpéis a la guerra, ni culpéis a nadie, sino a nosotros mismos.

La dieta animal es una dieta de violencia. Comienza ya por la forma en que los criamos, la forma en que los tratamos, la forma en que los alimentamos a la fuerza con antibióticos y todo tipo de torturas sobre ellos y termina con la forma en que los matamos violentamente, los masacramos en masa para satisfacer nuestro disfrute de fracción de segundos. Entonces deberíamos dejar de ser parte de este círculo violento. Cada persona come alrededor de 3.000 animales terrestres, es decir, vacas, cerdos, pollos, etc. – durante el promedio de una vida humana. ¡Tres mil! Entonces, si comemos carne, somos responsables del confinamiento violento, la tortura y el asesinato de 3.000 seres vivos antes de partir de este mundo.

A escala mundial, también se estima que 60 mil millones de animales terrestres y miles de millones más de animales marinos son asesinados cada año, mayormente en condiciones de hacinamiento y miserables fábricas de producción de animales; en condiciones no saludables y antihigiénicas. Esto es realmente una guerra: una guerra contra los animales. Es muy similar a nuestras guerras entre humanos, excepto que nosotros los humanos nos podríamos defender en muchos casos. Pero los animales, están indefensos, sin esperanza, y aquí realmente los maltratamos. Esta es una guerra con encarcelamiento completo, tortura, ejecuciones con cuchillos, pistolas y explosivos incluso, los costos financieros y de salud también extremadamente altos para las personas y destrucción de todo tipo, como daños psicológicos y devastación ambiental, y pronto, tal vez la destrucción de todo el planeta. Si continuamos generando energía no pacífica, ya sea a través de la guerra entre humanos o la guerra contra los animales, no engendraremos paz porque los iguales se atraen.

Si no recorremos el camino de la bondad amorosa, ampliaremos la esfera de la no paz, de la violencia. Podemos ver la evidencia de esto en las granjas de animales y en los mataderos donde no hay ni una pulgada de paz para nuestros inocentes y conscientes cohabitantes animales. No solo eso, no hay paz para los innumerables animales salvajes que pierden sus hábitats en la tierra y que la están desolando para la industria animal todos los días. Más del 80% de las áreas cada vez más deforestadas de la Amazonía se han convertido en pastos para el ganado, y el resto se destina principalmente a cultivos de alimentación del ganado. Tampoco hay paz para los millones de personas necesitadas, que padecen hambre y sed, lo que se ve agravado por los enormes recursos que consume la industria ganadera. No hay paz para los vecinos de las granjas industriales, donde el sulfuro de hidrógeno, el amoníaco y el polvo cargado de bacterias pueden crear un hedor insoportable y causar problemas de salud que han atrapado a las personas dentro y las alejan de sus hogares. No hay paz incluso para los consumidores que se ven afectados por la creciente incidencia de enfermedades relacionadas con la carne.

Y al final, no hay paz incluso para los pocos que se benefician económicamente de la industria cárnica y láctea. Deben soportar las terribles consecuencias de sus acciones, si no en esta vida, luego en el más allá, porque Dios ha advertido a los que dañan o matan animales que deben detener toda esta crueldad. Lo dice en la Biblia. "Detengan toda esta crueldad o Él apartará Su cabeza cuando Le recen, porque sus manos están llenas de sangre de inocentes". Entonces, un mundo completamente pacífico debe ser un mundo vegano, donde todos los seres vivan en paz y no se teman unos a otros.

Todos queremos tener un mundo pacífico y todos hablamos de cómo queremos la paz y el amor. Bueno, creo que deberíamos comenzar ahora y dejar que la paz comience en nuestros platos. Dejar que el amor comience con nuestra elección Cuando una persona participa en el asesinato directo o indirecto de cualquier ser sensible, ya sea humano o animal, él o ella entra en el ciclo de venganza y violencia. Y solo terminará cuando uno deje de hacerlo.

Todos deseamos que nuestros hijos crezcan inteligentes, amorosos y amables, pero ¿qué les enseñamos desde el principio de su vida tan frágil? ¿Qué les enseñamos? Empujamos al símbolo de la violencia en su boca. Incluso si lo escupen, los obligamos poniéndolo de nuevo en su boca hasta que se acostumbren. La violencia es parte de nuestra vida, hasta ahora. La violencia es lo que enseñamos a nuestros hijos, y esperamos que sean amorosos y amables. No solo la violencia, ese pedazo de carne, pescado o animales, cosas que tratamos de meter en los estómagos inconscientes de nuestros hijos, que también disminuye su inteligencia, disminuye su calidad amorosa, la humanidad. Así que esperamos que nuestros hijos sean los mejores, y les damos lo peor. Lo peor de todo peor es la dieta de la carne.

Decimos que queremos vivir mucho, queremos salud, queremos paz, pero no es cierto. No podemos querer tener salud cuando fumamos, bebemos y comemos carne, y [consumimos] drogas. No podemos decir que queremos paz cuando vivimos con violencia todos los días, incluso indirectamente, comiendo carne. Eso es violencia. Y todas las cosas que comemos acortan nuestra vida, y luego decimos que queremos vivir mucho. Comer (carne) y fumar y beber, todo eso acorta vidas. Y queremos ser inteligentes, pero envenenamos nuestro cerebro. Así que realmente hacemos todo lo contrario de lo que queremos. Por eso tenemos problemas, tenemos enfermedades, tenemos guerra. Sí, las consecuencias de eso.

Somos los hijos del Cielo. Si queremos algo, tenemos que mostrar la señal de que queremos eso. Ahora, si queremos paz, queremos benevolencia, queremos amor, bendición del Cielo, tenemos que comenzar mostrando eso, por la acción. Tenemos que mostrar amor unos a otros. Tenemos que ser benevolentes unos con otros Tenemos que ser benevolentes a todos. Entonces el cielo dirá: "¡Ah¡ ¡Mis hijos quieren eso!" Entonces eso vendrá. Pero no podemos simplemente sentarnos y rezar por la paz y la benevolencia cuando nuestras acciones van en la dirección opuesta. No podemos ir al sur y luego rezar para estar en el norte. ¿Lo ven? (Eso es verdad). Esta violencia y matanza de humanos y animales son la señal segura de que no queremos amor, que no queremos compasión, que no queremos paz.

La guerra nunca está bien. Matar nunca está bien. Entonces, si todos consideramos a los demás como nos consideramos a nosotros mismos, simplemente nos ponemos en su posición, entonces perfectamente sabemos qué hacer. Nunca hay una excusa para dañar a nadie, dañar a otros seres humanos o animales, sus cohabitantes, nunca hay una buena excusa, incluso en nombre de la ciencia, en nombre de la salud, nada. ¡Nada! Si no matáramos animales o no nos matáramos entre nosotros, no habríamos llegado al final al que llegamos hoy, con muchos problemas, un montón de desastres, mucho sufrimiento, mucha guerra, mucha enfermedad. Cuantos más animales matamos, incluso para experimentos en los laboratorios, más enfermedades tenemos. ¡Miren! ¡Simplemente curamos una enfermedad y viene otra! ¡Peor que la anterior! La ley del karma (retribución), la gran ley del universo nunca falla.
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