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No puedo engordar porque no tengo apetito. […] Allí arriba, olí esa comida malísima. Originalmente, Pensé que era buena. Debido a que la nariz y la lengua no se coordinaban bien, la nariz engañó a la boca y dijo: “Huele bien. Baja rápido”. Eran muy poderosos. Sucedió que no sabían cómo deshacerse de los fideos de arroz sobrantes, así que ellos rezaron a la Maestra interna en busca de ayuda. Como resultado, tuve que bajar para ayudarles a terminarlo. Para eliminar el karma, bajé. Al ver que había una gran olla, pensé que era comestible. Después de comer unos cuantos bocados, quise “morir”. […]