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También iban dos hermanos a la escuela, una escuela católica. Y el primer día de clase, la profesora preguntó a todos: “Clase, ¿saben dónde está Dios?” Y nadie levantó la mano ni nada. Y volvió a preguntar: “¿Nadie sabe dónde está Dios?” No hubo respuesta. Ella dijo: “¿De verdad no saben dónde está Dios?” Y el hermano pellizcó al otro y le dijo: “Mejor nos vamos de aquí porque no pudieron encontrar a su Dios; podrían culparnos a nosotros”.