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Entonces, luego de cierto tiempo, el barbero encontró uno entre sus negros, hermosos y lustrosos cabellos, había una sola cana que saltaba. Vaya. Entonces, le dijo al rey, “Su Majestad, he encontrado una cana en su cabeza”. Y el rey dijo: “Sácala y dámela”. Y el babero arrancó el cabello. ¡Auch! Y lo puso en la palma del rey. El rey lo miró y estaba temblando porque sabía que el tiempo pasa muy rápido y ahora se estaba haciendo mayor.