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Sin embargo, cuanto más pensemos en Dios, más relajados estaremos. Pensar o no pensar es lo mismo, porque en ese momento ya nos hacemos uno con Dios. Solo entonces puede decirse "Caminar, vivir, sentarse y acostarse son todo Zen". Así es como es. En ese momento, nos convertimos en el Tao mismo. No necesitamos intentarlo. Obtendríamos el Tao. Incluso sin esfuerzo, todavía ganaríamos mucho.